26 may 2011

Desvirtualización I: Heike 1.0

El martes tocó desvirtualizar a la primera persona que he conocido en este nuestro mundo blogger-tuiteril: a la cabra loca de Heike. La mujer entre pastar, bailar, berrear y tocar las narices al resto del rebaño tiene poco tiempo, pero me hizo un hueco fantasticabuloso a la hora de comer.

La pobre tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para disimular su susto al ver mis pintas de perroflauta, y yo me quedé ojiplática al verla a ella y a su vestido. Amor a primera vista, vamos. Por mi parte digo, por la suya... yo creo que no pasó de largo porque es educada y esas cosas, ¡además fingió normalidad durante toda la comida! Un gusto de chica.

Y no va la tía y lo primero que hace al verme es llevarme a Hacienda. ¡A Hacienda! A restregarme que se ha hecho de oro comprando y vendiendo acciones. Qué jodida, con lo que ha ganado en estos cuatro años puede mantenernos a las dos viviendo en un hotel de lujo en Las Maldivas el resto de nuestra vida. Y pobre de la chica que nos atendía, no sabía cómo escribir tales cantidades de dinero en una sola página de datos.

Al salir de allí nos estaba esperando el chófer en la limusina, pero Heike como es una mujer sana y le gusta hacer deporte le dejó tomarse el día libre, ya haríamos nosotras el terrible esfuerzo de caminar dos portales más allá. (En realidad sí que hace deporte, si es que es un partidazo la tía).

Me llevó a comer a un sitio rico donde todo tenía una pinta para babear, me aconsejó qué pedir y todo. Y claro, yo ese día no tenía nada de hambre, así que pedí poco y comí menos. Pero estaba riquísimo. La pobre Heik me miraba con cara de pena porque pensaba que no me gustaba, y en su mente estaba descuartizándome lenta y dolorosamente.

Mientras comíamos me contaba su vida en verso, en prosa, en sirio y en arameo, y la jodida es taaaaan adorable que era imposible no babear. Entre otros, hablamos de las formas de decir "LOL", con expresiones faciales y todo. Y trató de hacerme entrar en razón cuando le expliqué lo de mi enamoramiento con un hombre de cincuenta años. Casado. Y con hijos.

No habíamos acabado de comer y ya estábamos haciendo planes para vernos otro día con más tiempo y alcoholizarnos un rato.
Y la muy cerda todavía tiene tiempo para sacar su tarjeta Business Plus y restregarme los viajazos que se gasta. Que también tendríais que haber visto su cara al abrir mi cartera y encontrarse con el percal que había dentro. De verdad, para hacerse fan y todo.

Al final, como la comida se hizo corta (¿por qué este "jijiji" cuando escribo "la comida"? ¿Vuelvo a mis quince años? Es la primavera.) el mes que viene nos chuzamos como dios manda, con Caipiroskas de fresa que corren de mi cuenta.


(Momento "Oh qué bonito todo, una foto para el recuerdo")

Y yo me pido repetir.

23 may 2011

No nos vamos.

Quiero llorar bajito. Bueno, qué bajito ni qué cojones leches. Quiero llorar como una niña de tres años, con moco colgando y gritos y todo.

Las gaviotas sobrevuelan toda España. Dicho así suena hasta bonito, pero es que de bonito tiene poco. Vamos, cuando privaticen hasta los chicles que pisáis por el suelo ya me contaréis.
Y tienes que aguantar comentarios como: "Claro, es normal que votes a la izquierda, como eres joven..." Esos tres puntos suspensivos los ha dejado muy al aire, como si el "y no sabes nada de la vida" no se atreviera a decirlo. Como si yo cuando sea abuela y esté haciendo calcetines para mis nietos vaya a ser facha. Tócate las bowlings.
Luego están los del "Pues qué remedio, yo voto al PSOE... porque el PP no me gusta y votar a los minoritarios es tontería, es tirar el voto a la basura". Pues si a los minoritarios les votan cuatro gatos sí, es un poco tirar el sobre por el retrete, pero si todo el mundo piensa como tú, apaga y vámonos. ¡Viva el bipartidismo, yo contribuyo! ¿No será mejor para todos votar al que más nos guste y al que mejor nos represente?

Por cosas como esa estas elecciones han salido mal, pero eso no es motivo para quedarse tirado en el sofá. Que con un poco de esfuerzo las generales saldrán mejor. Tendremos que salir a la calle a reivindicar nuestros derechos y a difundir este movimiento que se ha creado en tan poco tiempo, pero que se ha hecho muy grande. Hay que concienciar a la gente de que hay que hacer algo si queremos un cambio, y hay que hacerlo ya. Ahora, todos juntos. Porque a mí que no me digan que me quedé en casa viendo la vida pasar. Como si me caigo por las escaleras, yo voy con la pierna escayolada y toda la pesca. Y esta batallita se la contaremos dentro de un tiempo a nuestros hijos y nietos. Que yo no hice la mili, pero mirad la que montamos allá por mayo de 2011... (porque el "allá por..." suena como muy lejos, pero es que yo no pienso tener hijos en un futuro próximo). Y venid, venid, que tengo aquí los tuits guardados en un .pdf... Y así.


Así que venga, todo el mundo a la calle. Pero poneos la chaqueta, que todavía refresca y os vais a resfriar.


Eso sí, gritad todo lo que queráis.






2 may 2011

Para blanda, yo.

Qué bonito es todo.

Esta semana ha sido bastante estresante, pero el viernes me dije: "hoy te relajas o te da un chungo, amiga".
Y tanta relajación creo que no es buena. Vamos, como que no he hecho absolutamente nada este fin de semana largo. Que si un poco de sofá por aquí, un libro por allá y te encuentras haciendo un repaso mental del día y dándote cuenta de que ha sido totalmente improductivo. Pero qué gusto, señores.
Pero eso, como todo, tiene sus inconveniencias. En mi caso, el no hacer nada aumenta considerablemente mi sensibilidad. Y si a eso le sumamos el ambiente primaveral y que mi amiga roja decide hacerme su visita mensual sin llamar al timbre, pues apaga y vámonos. En resumen, que he estado todo el fin de semana abrazada a un cojín y con unos lagrimones del tamaño de la Casa Real.

Lo que más pena me ha dado ha sido lo del curso. Este verano tenía previsto ir a Londres a hacer un curso. Que costaba un pastón y medio, pero era un mes y una oportunidad incrédibol. Y la semana pasada había intentado reservarlo por interné sin resultado alguno, por no sé qué de la tarjeta. Y me dije: "bueno, pues arreglas lo de la tarjeta y la semana que viene sin falta lo reservas". Y ahí estaba yo, el sábado por la tarde entrando en la página a reservar. Haz click en el curso, bien. Pero espera, ¿y la opción de reservar? ¿Cómo que Fully Booked? Se me quedaron los ojos como platos, y la boca como al cangrejo de la Sirenita. Cuando después de un minuto asimilé que el curso se me había ido por el retrete, automáticamente se me puso cara de pena y empezó el drama lacrimógeno. Y a ver qué iba a hacer yo sin el curso, con las ganas que tenía de ir. Y por qué no lo habría reservado antes, si es que eres tonta (cabezazo contra la mesa), tonta (cabezazo contra la mesa), tonta (cabezazo contra la mesa).
Después de estar así un rato, me sorbí los mocos, me sequé los ojos con las mangas y me puse a buscar más cursos. Porque yo a Londres me iba sí o sí. Vamos, con las ganas que tenía. Así que buscando encontré otros tres cursos, de una semanita cada uno. Y allí que me voy, eso no me lo quita nadie. Que yo por mis cursos ma-to.

Entre que eso me dejó de bajona, una cosa por aquí y otra por allá, pues me encontré con un estado anímico un tanto blandengue. Luego ya si me presiona la gente para que escriba cosas, pues me sale la vena amorosa y empalago a todo el que me toque. Que cualquier día me dan una colleja así, sin avisar. Por plasta.

Y con tanto amor en el cuerpo me dieron ganas de arreglarme y salir un poco, así que el domingo me puse mi vestido prefe. Que es muy arreglado para ir a tomar unas cañas por la mañana, sí, pero a mí que me preguntaran, que yo tenía respuestas para todos. ¿Eres creyente? Pues mira, es que hoy beatifican al papa y tiene una que ponerse mona para la ocasión. ¿Eres ateo? Pues me lo he puesto porque sí, si quieres te lo explico mientras pinchamos algo en una terracita. Y así.

La foto está hecha después de salir, así que no pretendáis un planchado de tintorería.

Y claro, yo después de los llantos me vuelvo blandita y con ganas de abrazar hasta a los vasos. Bueno, eso de abrazar a los vasos creo que lo tengo siempre, sobre todo si hay bebida dentro. Así que esa tarde Yaiza se aprovechó de mí y me pidió un relato que le había prometido hacía ya una semana. Y luego me dediqué a dar amor a diestro y siniestro. 

Creo que a veces lo de estar pastelosa se me nota demasiado al hablar conmigo, tengo que ir a cursos para disimular o algo, porque luego me acribillan a cosas bonitas y me ahogo en babas.